Aunque la amenaza de COVID-19 ha disminuido en algunos países, no han tardado en volver los viejos peligros. En Israel, donde se gestionó mejor la pandemia y se distribuyeron vacunas antes que en la mayoría de los demás lugares, en la primera reunión masiva de 2021, celebrada a finales de abril, se produjo una aglomeración de la multitud, en la que murieron 45 peregrinos que se habían reunido para celebrar la fiesta religiosa de Lag B’Omer.
Un superviviente relató al Jewish News Syndicate: "El área se hizo tan estrecha que mis pies se levantaron del suelo y era difícil respirar. Aun así, no tenía miedo, y por todas partes la gente sonreía [y] bailaba alegremente. Sin embargo, la masa de gente empezó a moverse, hasta que nos encontramos cerca del hueco de una escalera de salida. La gente se tomaba de la barandilla de la escalera, que se derrumbó, clavándose en mi pierna. Me quedé atrapado mientras me empujaba el imparable torrente de personas, esperando nada más que mi pierna se quebrara. Por algún milagro, me zafé de la barandilla y de esa multitud. Mirando hacia atrás, vi el horror: personas cayendo unas sobre otras; la policía intentando bloquear la zona mientras la gente que estaba dentro seguía pugnando por salir. Los paramédicos hicieron todo lo que pudieron… Todas esas vidas… Bendiciones en su memoria. Gracias a Dios fui liberado".
Si este fuera el relato de solamente una horrorosa aglomeración de una multitud, eso sería suficiente. Sin embargo, creo que la reciente tragedia de Israel aporta importantes lecciones sobre la manera en que los organizadores de eventos deberían pensar en la seguridad humana y los códigos que guían nuestras decisiones, y sobre cómo la ley penaliza injustificadamente a las víctimas por actitudes y percepciones que se entretejen en el tejido de muchos eventos.
Para entender la significación de que todos tengan una "identidad de riesgo" y las consecuencias que se derivan de ello, ayuda establecer un fundamento básico de los hechos relacionados con la noche del 30 de abril de 2021. Lag B’Omer se celebra todos los años el trigésimo tercer día de Omer en Meron, un poblado del norte de Israel. Decenas de miles de personas, en su mayoría judíos ultraortodoxos, se reúnen para una celebración tradicional que incluye fogatas, bodas y cantos y bailes en grupo. Los estadounidenses pueden comparar esto con las celebraciones del Día de la Independencia—sabemos cuándo tienen lugar y qué actividades es probable que se lleven a cabo. Sin embargo, la policía clasificó el evento de 2021 como un "evento religioso espontáneo", lo que The Times of Israel señaló, con sorna, que es un término "absurdo" para una reunión que implica meses de planificación y es la mayor reunión religiosa anual en todo el país.
Justo después de la medianoche, miles de peregrinos se reunieron en las tribunas para espectadores temporales para el comienzo de la ceremonia de encendido de la fogata de la comunidad jasídica de Toldos Aharon. A las 12:50 a. m., cuando comenzó el baile tras la ceremonia de encendido, una apretada multitud de cientos de personas se dirigió hacia la salida.
El sector de Toldos Aharon del recorrido de salida es un estrecho pasadizo con un piso metálico liso e inclinado que conduce a unas escaleras. No había nada de lo que los participantes pudieran asirse, de manera que las personas de la cada vez más densa multitud intentaban sostenerse entre sí para no caer. Hacia la 1 a. m., los peregrinos que salían empezaron a perder el equilibrio y cayeron unos encima de otros, aplastando a las víctimas que estaban en la parte inferior.
El peligro de la pendiente resbaladiza del recorrido de salida existía desde hacía años. Las advertencias habían sido emitidas nada menos que por el ex alcalde de Meron y por un periodista que señaló la salida exacta que se convirtió en un cuello de botella mortal en 2021.
Hemos visto esta película antes, desde el desastre del estadio de fútbol de Hillsborough ocurrido en 1989 hasta el aplastamiento de la multitud en el festival de música Love Parade en 2010, y la aglomeración de la multitud en la que murieron más de 700 personas durante la peregrinación anual del Hajj, cerca de La Meca, Arabia Saudita, en 2015. La única sorpresa es que las personas siguen diciendo que nadie podría haber imaginado que les pasaría a ellos.
El cálculo del riesgo ampliamente utilizado por las personas que piensan en estas cosas es riesgo = vulnerabilidad x consecuencias, donde a la vulnerabilidad a un peligro y a las consecuencias previsibles de los daños por ese peligro se les asigna, a cada una, un valor de uno a cinco. Los responsables de la gestión de riesgos utilizan este instrumento bastante contundente, con su delgada capa de objetividad matemática, para ayudar a asignar los escasos recursos para mitigar alguna combinación de los riesgos más probables y consecuentes. Aunque la aglomeración de la multitud de Lag B’Omer presenta un desafío mucho más fundamental para la manera en que pensamos en el riesgo. ¿Qué pasa si los participantes en un evento no perciben su vulnerabilidad de la misma manera que los organizadores del evento?
Identidad de riesgo tribal
El 29 de abril, horas antes del desastre, el ministro del Interior de Israel, Aryeh Deri, se jactaba ante una emisora de radio religiosa de haber impedido con éxito que los funcionarios del Ministerio de Salud limitaran la cantidad de asistentes por el temor al coronavirus. Deri lamentó que el ministerio no comprendiera que los asistentes a la celebración estarían protegidos por la influencia espiritual del rabino Shimon Bar Yochai, el sabio del siglo II que se conmemora en la festividad.
"Los funcionarios del gobierno no lo entienden", dijo. "Este es un día sagrado, y la mayor congregación de judíos que tiene lugar [cada año]". Cosas malas, sugirió, no les ocurren a los judíos en peregrinación religiosa: "Deberíamos confiar en el rabino Shimon en tiempos de angustia".
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La rampa metálica de Meron, Israel, que fue el sitio donde en abril se produjo una aglomeración de la multitud que causó la muerte de 45 personas. Para evitar este tipo de incidentes, sostiene el autor, los organizadores de eventos deben tener en cuenta el "comportamiento tribal razonablemente previsible" que puede poner en riesgo a los participantes. |
La sensación de invulnerabilidad tribal de los participantes iba unida a una profunda sospecha de autoridad externa. Un rabino que estaba allí acusó a la policía de poner barreras que impedían a la gente egresar por las salidas que habían quedado abiertas en años anteriores. Responsabilizó al gobierno de la muerte de "preciosos judíos sagrados que fueron asesinados aquí sin ninguna razón, solamente para demostrar que ellos están a cargo de este lugar, y no que los judíos ortodoxos están a cargo".
Con una creencia colectiva en su propia tribu y una profunda desconfianza en los ajenos, miles de personas, enfrentadas a una caminata en masa después de medianoche por una serie de estructuras destartaladas y circulando por una resbaladiza pendiente metálica sin pasamanos utilizables, no vieron nada ni dijeron nada. En esa situación, llevados a ese lugar por sus líderes elegidos y rodeados por su propia tribu, ¿en quién más iban a confiar?
La aglomeración de la multitud de Lag B’Omer se me quedó grabada porque se ajustaba a un patrón para el que yo no tenía nombre. Como abogado que se ocupa de los riesgos y la seguridad en todo tipo de eventos en vivo, estoy acostumbrado a la sensación de invulnerabilidad que lleva a los fans a consumir en exceso sustancias controladas, a inclinarse demasiado sobre las barandas, a no prestar atención a los objetos que vuelan hacia ellos, a no ver los peligros ni decir nada al respecto cuando los ven. Posteriormente, durante los juicios, a veces les cuesta explicar por qué se comportaron como lo hicieron, además de constatar que todos los que los rodeaban habían actuado más o menos de la misma manera. En otras palabras, existe una despreocupación tribal por los riesgos, aunque esos riesgos podrían ser obvios para un observador racional y sobrio.
Las anteojeras parecen quitarse una vez que los individuos salen de su entorno colectivo. Esta es la paradoja de la "concientización situacional": el nivel de concientización de una persona sobre sus alrededores depende de las circunstancias. Los celebrantes de Lag B’Omer sabían de las fogatas y otros rituales porque eso es lo que fueron a ver. Las disposiciones de seguridad, como la superficie del piso de una rampa de salida, habrían sido meros ruidos que iban a ser filtrados.
Nuestro sistema de activación reticular permite al cerebro humano manejar solamente una determinada cantidad de estímulos a la vez, por lo que hacemos elecciones, ya sea de manera consciente o inconsciente. Los carteles con la inscripción "Ver algo, decir algo" en el aeropuerto son una buena idea, pero cuando se corre para abordar una conexión, incluso las personas normalmente observadoras se centrarán casi exclusivamente en llegar a tiempo a su siguiente puerta de embarque.
Lo que hay que saber: La seguridad humana y la ley
Nuestra identidad de riesgo, en la que nos sentimos relativamente invulnerables cuando estamos rodeados por nuestra tribu, es situacional y temporal. Como también es lógica y razonablemente previsible, veo lecciones tanto para la seguridad humana como para el análisis jurídico.
Las expectativas desempeñan un rol importante en lo que respecta a la seguridad humana en lugares concurridos. Antes de la elaboración de ANSI ES1.9- 2020, Manejo de Multitudes (Crowd Management), existía un modelo de manejo de multitudes conocido como "DIM-ICE"—abreviatura de "diseño, información y manejo durante el ingreso, circulación y egreso". Mi observación es que nuestros valores y percepciones determinan en gran medida el modo en que nos comportamos en lugares concurridos. Por eso, en ANSI ES1.9-2020, que ayudé a formular, añadí el elemento expectativas al modelo DIM-ICE, creando así DIME-ICE.
En el contexto de los eventos en los que los participantes están apasionadamente comprometidos, una identidad de riesgo de invulnerabilidad situacional hace que resten importancia o ni siquiera perciban los peligros que de otra manera serían evidentes. Respecto de Lag B’Omer, las personas que estaban en la multitud pensaron que eran invulnerables a los daños gracias a la protección divina, y los organizadores esperaban, por su experiencia del pasado, que podrían proceder, en gran medida, sin supervisión secular. Esto resultó ser una combinación mortal.
Para ayudar a los planificadores de la seguridad humana a tener apropiadamente en cuenta las expectativas que rodean a cualquier evento, apoyaría los cambios propuestos para la edición 2024 de NFPA 101®, Código de Seguridad Humana, que actualizarían los antiguos factores de la dinámica de las multitudes de tiempo, espacio, información y energía al nuevo modelo DIME-ICE. Debido a que una identidad de riesgo de invulnerabilidad es razonablemente previsible en muchas de las reuniones abarcadas por el Código de Seguridad Humana, incumbe a los organizadores de eventos examinar críticamente sus propias suposiciones sobre el comportamiento de las multitudes y adoptar disposiciones para la seguridad humana para los invitados que tienen y no para los que desearían tener. [Para obtener más información sobre manejo de multitudes y el Código de Seguridad Humana, ver "En cumplimiento" en esta edición].
Resulta útil tener en cuenta los penosos incidentes de mala conducta de los fans durante las, por otra parte, apasionantes eliminatorias de la Asociación Nacional de Baloncesto de esta temporada. Aunque a los directores de seguridad de los estadios les gustaría, sin dudas, pensar que los abonados se abstendrían de lanzar botellas a los jugadores o de correr hacia el campo de juego, evidencias recientes indican lo contrario. En estas circunstancias, los organizadores de eventos sensatos deben incluir en sus planes de seguridad humana medios suficientes para mitigar el riesgo de un mal comportamiento previsible.
Legalmente, esta misma observación sugiere una reevaluación de la defensa de "peligro abierto y obvio" en las demandas por lesiones. Los organizadores de eventos que son demandados por los invitados que resultan heridos durante un evento pueden alegar como defensa que la víctima no debería ser indemnizada porque el peligro hubiera sido visible para una persona razonablemente observadora. Por lo tanto, el hecho de que la víctima no evitara el peligro debe ser su propia culpa, lo que impide cualquier indemnización.
La tragedia de Lag B’Omer en Israel, sin embargo, nos recuerda que un peligro que es abierto y obvio para alguien que no está sumido en la pasión religiosa podría ser invisible para alguien que sí lo está. Si sustituimos ese escenario por un festival de música o un partido de fútbol: ¿Es tan diferente el comportamiento previsto de los asistentes a esos eventos que el comportamiento de las personas en un evento religioso? En situaciones donde todos saben que la tribu de ese evento estará puntualmente centrada en la acción—lo que, después de todo, es precisamente la intención de los organizadores—no tiene sentido culpar a los miembros de esa tribu por ignorar los peligros que hay fuera de su campo de visión temporalmente reducido.
Tanto si se emplean términos peyorativos como "fe ciega" o "falta de concientización situacional" o un término de valor neutral como "identidad de riesgo", la cuestión es que los participantes en muchos tipos de eventos muestran un comportamiento tribal razonablemente previsible. Donde las acciones arriesgadas o peligrosas de la multitud son razonablemente previsibles, la ley impone a todas las partes el deber de intentar mitigar la probabilidad de daños. El Código de Seguridad Humana debería ser actualizado para reconocer la existencia de una identidad de riesgo propia de los entornos tribales, como eventos musicales, deportivos o religiosos, y para requerir a los sensatos planificadores de la seguridad humana que ajusten sus medidas de mitigación de riesgos en consecuencia.
. es director de Adelman Law Group, PLLC, en Scottsdale, Arizona, y vicepresidente de la Alianza para la Seguridad en Eventos (Event Safety Alliance). Es el autor principal de la reconocida norma de referencia sobre manejo de multitudes en los Estados Unidos, ANSI ES1.9-2020, y es el autor del blog "Adelman on Venues" sobre la seguridad en eventos. Ofrece servicios de consultoría en materia de seguridad para eventos en vivo, es experto en normas de seguridad para eventos y profesor de derecho. Puede ser contactado en