Cada día, millones de personas se despiertan, van al trabajo o a la escuela, y participan en eventos sociales. Pero, de vez en cuando, sucede lo inesperado: un terremoto, un incendio, un derrame químico, un acto de terrorismo o algún otro desastre. Las rutinas cambian drásticamente, y las personas de repente son conscientes de lo frágiles que pueden ser sus vidas y sus rutinas. Cada desastre puede tener efectos duraderos: las personas pueden resultar seriamente heridas o perder la vida, y daños devastadores y costosos pueden ocurrir. Las personas que entran en cualquier edificio de un evento público necesitan estar preparados en caso de una emergencia.