A Randy Watson le gusta contar la historia de una respuesta temprana según NFPA 921, Guía para la Investigación de Incendios y Explosiones. Corría el año 1992 y acababa de publicarse la primera edición de la guía. Watson se había unido al comité técnico el año anterior.
"Mi jefe, un investigador de incendios, entra en mi oficina con una copia del documento, la arroja sobre mi escritorio y dice: ‘Ustedes nos van a poner batas de laboratorio y protectores de bolsillo antes de que esto termine’", recuerda con una sonrisa. "Fue porque la guía se basó en la ciencia. Y eso asustó a mucha gente".
"Antes de la NFPA 921, la investigación de incendios, dependiendo de con quién hablara, tendía a oscurecer la ciencia en una neblina de arte, intuición y folclore, lo que Watson denomina el factor "ipse dixit"; es decir, un dogma no probado y transmitido como un hecho indiscutible 'porque es como yo digo que es'", explica. Esta tendencia impregnó en gran parte de la profesión, incluido el personal docente.
"Cuando fui a la Academia Nacional de Bomberos (National Fire Academy) en 1980, nos enseñaron que algunos elementos como vidrios resquebrajados, un gran carbón brillante y quemaduras en el piso, junto con humo negro y llamas anaranjadas brillantes, eran indicadores de un incendio provocado intencionalmente mediante un líquido inflamable", dice Watson, investigador profesional de incendios y director de capacitación técnica para SEA Limited, así como ex presidente del Comité Técnico de NFPA 921. "Desde entonces, la ciencia y la investigación han demostrado que ninguno de esos elementos en sí mismos, significan cualquier cosa relacionada con un líquido inflamable posiblemente involucrado. Eran cuestiones anecdóticas, y es imposible rastrear cómo se llegó a esas suposiciones en primer lugar. Mi teoría es que, en algún momento, alguien obtuvo muestras positivas de gasolina en la escena de un incendio y vio vidrio agrietado, por lo que sumó uno más uno, y obtuvo cuatro. Y eso fue lo que se transmitió".
Treinta años después de la llegada de NFPA 921 y la incorporación formal de la ciencia en los códigos y estándares relacionados con la práctica, el campo de la investigación de incendios ha madurado significativamente en su sofisticación y rigor basado en la ciencia, gracias en parte a un creciente conjunto de estándares relacionados. Un documento complementario, NFPA 1033, Norma sobre Calificaciones Profesionales para Investigadores de Incendios, publicado por primera vez en 1987, proporciona detalles sobre la formación y los conocimientos necesarios para los investigadores. Un documento que se está creando actualmente, NFPA 1321, Norma sobre las Unidades de Investigación de Incendios, cubrirá los requisitos mínimos para el establecimiento, la estructura, la operación y la gestión de las unidades de investigación de incendios (consulte "Principales avances hasta el momento" a continuación). La publicación de la nueva norma está prevista para 2024.
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A pesar de esos pasos importantes, así como de la adición de un conjunto creciente de investigación aplicada y la aparición de herramientas tecnológicas inimaginables hace tres décadas, algunos miembros de la comunidad de bomberos aún consideran que la investigación de incendios está rezagada. Esa visión considera el campo como un eslabón débil que necesita nuevos requisitos, rigor adicional, ciencia más especializada y una variedad de recursos esenciales, incluida la financiación para futuras investigaciones. Un informe (en inglés) publicado el año pasado por la Organización de Comités de Área Científica para la Ciencia Forense (OSAC, por sus siglas en inglés) reconoció los avances en el campo de la investigación de incendios y dejó en claro cuánto queda por recorrer. "Ahora se puede decir que el campo de la investigación de incendios y explosiones está en su adolescencia", escribieron los autores del informe, "pero se requiere mucho trabajo para llevarlo a la madurez".
Watson, uno de los nueve autores del informe OSAC, no está del todo de acuerdo con el uso del término "adolescencia" como descripción de su profesión. "Creo que quizás es un poco injusto", explica. "Pero considero que nos quedamos en nuestra infancia más tiempo del necesario debido a toda esa información anecdótica que circula". Watson también describe el primer libro que pudo encontrar sobre investigaciones de incendios, publicado en 1946. Entre las recomendaciones del volumen, se sugería que los investigadores de incendios llevaran migas de pan para poder sumergirlas en lugares de apariencia sospechosa en la escena del incendio y luego, masticarlas para detectar la presencia de un acelerante. "Hemos avanzado mucho desde entonces", dice. "¿Tenemos un largo camino por recorrer? Por supuesto. Pero también creo que el sector de la investigación de incendios está en el camino correcto al darse cuenta de que necesitamos más ciencia e investigación para respaldar mejor nuestro trabajo".
PRINCIPALES AVANCES HASTA EL MOMENTO
Creación de NFPA 1321, una nueva Norma de acreditación sobre Unidades de Investigación de Incendios
Cuando la Organización de Comités de Área Científica para la Ciencia Forense (OSAC) consideró los documentos de la NFPA sobre investigación de incendios, advirtió una posible brecha. Estaba la NFPA 921, Guía para la Investigación de Incendios y Explosiones, que abordaba cómo realizar investigaciones, además de la NFPA 1033, Norma sobre Calificaciones Profesionales para Investigadores de Incendios, la cual indicaba que necesitaban saber los investigadores para hacer correctamente su trabajo. Lo que faltaba era un documento que describiera cómo debería funcionar el sistema o el organismo de investigación de incendios: una norma de acreditación.
Una tarea principal de los 22 subcomités de OSAC es identificar las brechas en las normas de ciencia forense específicas de la disciplina. El subcomité de OSAC sobre investigación de incendios y explosiones propuso una nueva norma a la NFPA y se comenzó a trabajar para poder redactar la NFPA 1321, Norma sobre Unidades de Investigación de Incendios, actualmente en proceso. La nueva norma cubrirá los requisitos mínimos relacionados con el establecimiento, la estructura, la operación y la gestión de las unidades de investigación de incendios, y su publicación está prevista para 2024.
"Como norma de acreditación, evaluará cómo se realiza el trabajo", asegura Phil Crombie, Jr., quien administra el laboratorio forense de Travelers Insurance y es miembro del subcomité de investigación de incendios de OSAC. "La mayoría de los laboratorios a los que los investigadores de incendios envían las muestras de restos para su evaluación en busca de líquidos inflamables están acreditados, y el proceso analiza principalmente la calidad del trabajo y cómo se gestiona esa calidad. Ese es el objetivo de la NFPA 1321 para las unidades de investigación de incendios".
"Ese rigor a nivel de los organismos es esencial si las unidades de investigación de incendios esperan defender los recursos que merecen, lo que tradicionalmente ha sido un desafío", explica Randy Watson, director de capacitación técnica para SEA Limited y presidente del Comité Técnico de la NFPA 1321. "La norma está diseñada para ayudar a impulsar a los organismos a brindar el apoyo necesario para el equipo, la capacitación, la seguridad y los recursos para la investigación de incendios", dice Watson. "Necesitamos algo para presionar a los que toman las decisiones a fin de que hagan su trabajo y se aseguren de que el organismo reciba apoyo".
Para obtener más información sobre la norma, visite nfpa.org/1321next. —S.S.
El surgimiento de NFPA 921
El 17 de febrero de 2004, Cameron Todd Willingham fue ejecutado mediante inyección letal en la Penitenciaría Estatal de Texas en Huntsville, Texas. En 1992, Willingham había sido juzgado y condenado por tres cargos de asesinato capital por la muerte de sus tres hijos pequeños en un incendio provocado en el hogar de la familia dos días antes de la Navidad de 1991. Willingham insistió en su inocencia durante el juicio (rechazó la oferta de cadena perpetua a cambio de una declaración de culpabilidad) y durante todo el proceso de apelación. Tenía 36 años cuando lo ejecutaron.
Poco antes de la ejecución de Willingham, Gerald Hurst, un destacado químico e investigador de incendios, revisó la evidencia recopilada por el estado y no encontró motivos creíbles para respaldar un hallazgo de incendio provocado. "Todo el caso se basó en la forma más pura de ciencia basura", dijo Hurst en ese momento. "No hubo ningún elemento de prueba que indicara un incendio provocado". Las revisiones posteriores respaldaron los hallazgos de Hurst. En 2009, el estado ordenó una reevaluación del caso Willingham y la Comisión de Ciencias Forenses de Texas le pidió al Dr. Craig Beyler, entonces director técnico de Hughes Associates (ahora Jensen Hughes), que llevara a cabo una revisión de la evidencia. La evaluación de Beyler fue aún más condenatoria que la de Hurst. "No se pudo sustentar el hallazgo de un incendio provocado", determinó Beyler. Su informe describió el testimonio clave de un jefe de bomberos como "difícilmente consistente con una mentalidad científica y... más característico de místicos o psíquicos". La comisión emitió un informe en 2011 recomendando formación y capacitación adicionales para los investigadores de incendios, así como procedimientos para revisar casos previos en los que se sospeche de incendio premeditado.
El efecto dominó del caso Willingham no se detuvo ahí. En 2013, poco después de asumir como jefe de bomberos del estado de Texas, Chris Connealy conectó su oficina con Innocence Project of Texas para revisar más de 1.000 condenas por incendios premeditados, un esfuerzo que generó controversia e incluyó la creación de un panel asesor científico compuesto por algunos de los expertos en incendios provocados más respetados del país. "Lo que encontramos aquí no solo sucede en Texas, sino en todo los Estados Unidos", declaró Connealy en ese momento. "Necesitamos asegurarnos de que todo lo que hagamos esté respaldado por ciencia actualizada". Si bien el debate sobre el incendio provocado fue solo un aspecto del desordenado y problemático juicio que condujo a la condena y ejecución de Cameron Todd Willingham, existe una creencia generalizada en la comunidad científica de incendios de que este hombre fue ejecutado injustamente por el asesinato de sus hijos, y que la evidencia que se utilizó para esa condena fue el resultado de enfoques defectuosos, anticuados y desacreditados para realizar investigaciones de incendios.
La casa en Corsicana, Texas, que fue el sitio del incendio mortal en 1991, que luego terminó con la ejecución de Cameron Todd Willingham por asesinato en 2004. Los expertos en investigación de incendios han desacreditado el hallazgo del estado de Texas en el que se asegura que Willingham provocó el siniestro que mató a sus tres hijos pequeños de manera intencional. GETTY
De alguna manera, es apropiado que la evolución temprana de la NFPA 921 sea tan similar al extenso drama de alto perfil del caso Willingham; y este es precisamente el tipo de circunstancia que la guía, a través de la aplicación de la ciencia y las normas, pretende evitar. Cuando se publicó la primera edición de la guía en 1992, el texto abarcaba 119 páginas en 14 capítulos. También tardó siete años en producirse, en parte debido a una pugna prolongada entre los defensores de la ciencia y las partes interesadas que creían que las antiguas formas establecidas de realizar investigaciones no solo eran suficientes, sino preferibles. "Hubo mucha controversia", dice Phil Crombie, Jr., quien administra el laboratorio forense de Travelers Insurance y es miembro del subcomité OSAC. "Pero todo ese trabajo realmente hizo avanzar el estado de la investigación de incendios".
Sin embargo, la lucha por la ciencia no había finalizado: los primeros ciclos de revisión estuvieron marcados por ataques de la vieja guardia que veía a la NFPA 921 como una amenaza en lugar de un avance. "Para una de esas ediciones, tuvimos algo así como 150 contribuciones del público para sacar a la ciencia de la NFPA 921", recuerda Watson. "Las contribuciones fueron idénticas, tenían la misma redacción y los mismos errores gramaticales, y la mayoría provino del sector público. Siempre habíamos hablado de ciencia, como las temperaturas a las que se queman o se derriten las cosas, pero ahora que decimos "usen el método científico" en la guía, todo el mundo se asusta. Pero lo hicimos bien: el método científico es lo que corresponde aplicar".
La edición actual, lanzada el año pasado, contiene 29 capítulos y 450 páginas. Se enviaron más de 500 contribuciones del público. La guía también incluye una gran cantidad de fotografías en color, y es el único documento de la NFPA que lo hace. Watson abogó por el color cuando se convirtió en presidente del Comité Técnico en 2008, junto con la insistencia de que cualquier nueva información que se incluya en la guía esté respaldada por la ciencia. "Queríamos que la NFPA 921 fuera más un documento de enseñanza, y el color nos ayudó a articular y demostrar mejor lo que intentábamos decir", explica. "Un amigo mío solía describir la norma NFPA 921 como un manual de educación sexual sin imágenes: si está tratando de mostrar patrones de quemaduras en una foto en blanco y negro que ha sido copiada y escaneada, es difícil diferenciar las líneas de demarcación, mientras que si se tiene una fotografía en color, la información salta a la vista. Eso cambió por completo la dinámica de la guía". Se han incluido fotografías en color en la NFPA 921 desde la edición de 2011.
Un componente crítico en la madurez de la NFPA 921, y en el campo de la investigación de incendios, es el desarrollo de una guía sobre los patrones de quema. Estos patrones (en forma de V, reloj de arena, rosquilla y conos invertidos en paredes y objetos, tan solo por nombrar algunos) que quedan en las superficies y los materiales sujetos a los efectos del fuego equivalen a una huella dactilar del evento. Saber analizar esos patrones es una habilidad esencial para determinar el origen, el movimiento y la causa de un incendio. Expertos afirman que la función de la ventilación en la creación de patrones de quema se malinterpretó durante mucho tiempo, y dio lugar a interpretaciones erróneas en las escenas de incendio. Cuanto más avanza un incendio, más daño tiende a ocurrir en los puntos de ventilación, como puertas y ventanas, lo que dificulta determinar dónde comenzó realmente el fuego. La investigación sobre el impacto de la ventilación en los patrones de quema condujo una "matriz de origen" que ahora forma parte de la NFPA 921, y la ventilación sigue siendo un área de alta prioridad para futuras investigaciones, según el informe de OSAC.
"Esa fue un área en la que nos equivocamos", declara Watson, acerca del conocimiento convencional en torno a los patrones de quema y su creación. "Pero la investigación nos obligó a analizar el problema de forma más crítica y hacer más preguntas. Y una de esas preguntas fue: ¿Qué dice la ciencia?".
Evaluaciones aleccionadoras
En 2009, la Academia Nacional de Ciencias (NAS, por sus siglas en inglés) publicó "Strengthening Forensic Science in the United States: A Path Forward" (Fortalecimiento de la ciencia forense en los Estados Unidos: un camino a seguir), una evaluación de las necesidades de la comunidad científica forense del país, incluida la investigación de incendios. El informe fue encargado por el Congreso a raíz de las pruebas de ADN que revelaron cientos de condenas penales injustas en todo el país, muchas de ellas debidas, al menos en parte, a testimonios forenses inexactos o simplemente erróneos. Además del ADN, el informe concluyó que "no se ha demostrado de forma rigurosa que ningún método forense tenga la capacidad de demostrar de manera consistente y con un alto grado de certeza una conexión entre la evidencia y un individuo específico". También señaló que los abogados y los jueces no están suficientemente capacitados en metodología científica, al tiempo que se argumentó que la policía y los fiscales tienen demasiado control sobre los laboratorios criminalísticos, lo que crea conflictos de intereses.
El proyecto de NAS fue el precursor de la financiación del Departamento de Justicia, administrado por el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés), destinado a abordar la falta de normas de ciencia forense específicas de la disciplina. En 2014, el NIST creó OSAC y sus 22 subcomités para redactar las normas propuestas y enviarlas a las organizaciones de desarrollo de estándares, incluida la NFPA. Los subcomités también rastrean y comparten públicamente las necesidades de investigación y desarrollo que encuentran como parte de la conceptualización de esos estándares.
El año pasado, con la publicación de "Strengthening Fire and Explosion Investigation in the United States: A Strategic Vision for Moving Forward" (Fortalecimiento de la investigación de incendios y explosiones en los Estados Unidos: una visión estratégica para avanzar), el subcomité de investigación de incendios y explosiones de OSAC dejó en claro el grado de avance que considera que requiere la disciplina. Sin duda, las repercusiones del informe de NAS fueron deliberadas. El documento de 150 páginas, que Crombie describe como un "informe de consenso", es el resultado de un "análisis en profundidad del estado pasado y actual de la investigación de incendios y explosiones, y su relación con el sistema judicial", según los autores, entre los que encontramos a Craig Beyler y Chris Connealy, quienes tuvieron roles muy importantes en el caso Willingham. Aunque caracteriza la disciplina como adolescente en su evolución, el informe también articula recomendaciones sobre cómo mejorar la práctica (ver "Próximos pasos").
Entre los hallazgos clave, encontramos que los jueces y abogados "deben ser formados y capacitados en ciencia e investigación de incendios para garantizar que solo se les presenten a los jurados investigaciones y análisis de incendios confiables". Los requisitos de formación para los investigadores también deben elevarse. Es necesaria una norma de acreditación para las unidades de investigación de incendios; una recomendación que condujo al trabajo en curso para redactar la NFPA 1321. Estas unidades deben implementar prácticas de gestión de la información. Además, una financiación sostenida de la investigación resulta esencial a fin de hacer avanzar la disciplina.
La investigación recibe una atención significativa en el informe. "La investigación de incendios, como muchas otras disciplinas de la ciencia forense, adolece de una base de investigación adecuada", escribieron los autores. "Dentro de la disciplina de investigación de incendios, actualmente existen pocos estudios científicos rigurosos que establezcan las fortalezas y las limitaciones de varios métodos y procedimientos. También hay poca información para identificar las fuentes de sesgo y el impacto de las variaciones en estos procesos. La guía existente en la NFPA 921 no aborda por completo la incertidumbre, la repetibilidad y las limitaciones de las metodologías actuales". Se creó una lista de 16 puntos en la agenda de investigación, lo que incluye la investigación de los efectos de la ventilación en los patrones de incendios relacionados con el origen del fuego, la investigación del impacto del tamaño de la habitación en los patrones que se generan y el desarrollo de técnicas para limitar la exposición de los investigadores de incendios a información potencialmente sesgada.
Varios de los elementos de investigación abordan el proceso de la determinación del origen, un aspecto de la investigación de incendios "que en realidad ha recibido la menor cantidad de investigación", explica Crombie. "A veces, todavía hay más arte que ciencia en la interpretación de los patrones de quema".
La formación también recibe críticas en el informe. El informe indica, "Ha quedado claro que actualmente el requisito mínimo de formación de la NFPA 1033 sea un título de escuela secundaria, es inaceptable". "Las áreas de conocimiento relacionadas con la investigación de incendios y explosiones son demasiado sofisticadas como para que los investigadores dominen la ciencia y la tecnología necesarias a partir de los conocimientos de una educación secundaria. El fuego incluye una serie de procesos físicos y químicos complejos que requieren investigación por parte de personas formadas en la ciencia y la práctica de la investigación de incendios y explosiones. Una licenciatura en ciencias físicas, ingeniería o investigación en incendios y explosiones debe ser el requisito educativo de nivel de entrada en los próximos años".
Crombie enfatiza la creciente complejidad técnica de la disciplina como un impulsor importante de los requisitos educativos recomendados. "La investigación de incendios es la tarea de juntar las piezas de un rompecabezas, y en verdad uno tiene que entender cómo se juntan esas piezas antes de que pueda hacer un trabajo apropiado de interpretación de lo que está pasando", explica.
Sin embargo, Watson cuestiona la utilidad en el mundo real de un título de cuatro años como una forma de impulsar la profesión. "Estoy totalmente a favor de una mayor formación, pero si se exige una licenciatura, de inmediato se descalifica a una parte significativa de la comunidad de investigación de incendios", dice. "Y si vamos a exigir una licenciatura, ¿entonces un título de cuatro años en qué? ¿En una de las ciencias aplicadas? Bueno, eso me descalifica, ya que mi licenciatura es en justicia penal. Pero he recibido miles de horas de formación en investigación de incendios desde entonces. Tenemos que seguir analizando cómo definimos la formación".
El debate sobre la formación pone de manifiesto una nueva pugna que ha surgido entre quienes intentan moldear la profesión: no se trata de ciencia frente a conocimiento recibido, sino más bien un enfoque científico con tendencia académica contrastado con los profesionales del mundo real; es decir, las personas que Watson describe como "investigadores de incendios de uñas sucias". Esas diferencias han generado desacuerdos entre los miembros del panel de OSAC, explica, aunque permanecen unidos en su convicción fundamental: que el statu quo de la profesión no es aceptable y que se requieren mejores procesos para que la disciplina madure y evolucione.
Eso incluye el proceso fundamental de demostrarles a los responsables de la toma de decisiones que la práctica de la investigación de incendios no es solo una tarea valiosa, sino esencial, dice Watson. "Todo el dinero en el servicio contra incendios se destina a grandes camiones rojos y a la prevención de incendios. Esas son las cosas atractivas que todos ven, mientras que la unidad de investigación de incendios se queda con las sobras", asegura. Watson menciona a uno de los cuerpos de bomberos más grandes del país y dice que una vez se presupuestó un total de 3000 dólares como monto anual para su unidad de investigación de incendios. "¿Qué se puede hacer con eso? No mucho. Obtener ese apoyo y aliento desde dentro del cuerpo de bomberos es tan importante como educar al sistema legal, obtener más dinero para la investigación o deshacerse de la ciencia basura. Esta es una meta por la que todos podemos trabajar".
SCOTT SUTHERLAND es editor ejecutivo de NFPA Journal. Fotografía superior: Investigadores en la escena de un incendio de una estructura. Getty Images